RICARDO
VIDAMORA, UN BOHEMIO
Viejo Ñubel de mis tiempos
De muchacho
bullanguero,
Viejo cuadro
sensiblero
Metido en mi
corazón;
Si habré estado
como fierro
Los domingos, en
el Parque,
Esperando el gol
que marque
Los dos puntos a
favor.
Sos un cacho de
mi vida
Para qué voy a
negarlo,
Ni un momento has
de dudarlo
Ya que nunca te
he fallao,
Cuántas veces de
purrete
Te habré mirado
de afuera,
Prendido como una fiera
Sin soltar el alambrao.
La garra con que
Aldo Maidal interpreta –acompañado por la orquesta de José Sala– el tango Dale
Ñuls es quizás la mejor retribución que pudo tener su autor, Ricardo Vidamora
(1927-2000), a quien su hija Débora define como “un hincha ferviente” del
rojinegro.
“Mi padre era el típico bohemio, que le dedica un tiempo grande a las cosas que muchos dejan para después. Era un fanático de la música, que compuso muchos tangos y marchas, y nunca buscó un reconocimiento económico”.
“Mi padre era el típico bohemio, que le dedica un tiempo grande a las cosas que muchos dejan para después. Era un fanático de la música, que compuso muchos tangos y marchas, y nunca buscó un reconocimiento económico”.
¡Arriba Ñuls!
Viejo cuadro de
campeones,
Once garras de
leones
Impetuoso y
señorial;
Serás siempre
Como ahora, como
antes,
La gloria firme y
constante
Del deporte
nacional.
“Lo recuerdo todos los días”, dice Débora, quien evoca a su viejo “tarareando
el tango Dale Ñuls” y en sus permanentes viajes a Rosario –Vidamora se había
radicado en Buenos Aires– para ir a ver a Ñuls.
Viejo Ñubel, muchos años
A la par hemos corrido,
Pero el tiempo transcurrido
No me impide recordar,
A Libonatti y a Celli
Y aquellos cracks
verdaderos,
A Pontoni y a
Sobrero
De fama
internacional.
Hoy tu nueva
muchachada
Reviviendo tus
andanzas,
Es tu gloria y
esperanza
Que no quiere
defraudar;
Y me atrevo a
asegurarte
Pues un día yo he
de verte,
Al tope habrá de
tenerte
La tabla
posicional.
Y no se equivocó Ricardo.
Esa “muchachada”, de la que el formó parte, lo vio dando vueltas olímpicas en
las narices de enconados rivales –en Arroyito, contra San Lorenzo y en la
Bombonera– y compartiendo la alegría con sus grandes amigos, Independiente y
Platense.
Es que Dale Ñuls, como todo tango trasciende la época de su creación y, coherente con ese rasgo del género, expresa la pasión de una hinchada a la que el tiempo no le hizo mella. Siempre ahí, en el Parque de la Independencia.
No extraña entonces la última voluntad de Ricardo Vidamora “Desde que era chica, recuerdo que mi papá decía: «Yo quisiera que no me lleven al cementerio, ni que me lloren, ni nada. Quisiera que mis cenizas las lleven en la cancha de Ñuls»”.
La hija cumplió. Ricardo está en el Coloso. Su espíritu bohemio acompaña las gambetas de nuestros jugadores más exquisitos. Su garra de hincha empuja la pierna fuerte de los gladiadores del mediocampo.
Como una fiera. Sigue prendido al alambrado.
Es que Dale Ñuls, como todo tango trasciende la época de su creación y, coherente con ese rasgo del género, expresa la pasión de una hinchada a la que el tiempo no le hizo mella. Siempre ahí, en el Parque de la Independencia.
No extraña entonces la última voluntad de Ricardo Vidamora “Desde que era chica, recuerdo que mi papá decía: «Yo quisiera que no me lleven al cementerio, ni que me lloren, ni nada. Quisiera que mis cenizas las lleven en la cancha de Ñuls»”.
La hija cumplió. Ricardo está en el Coloso. Su espíritu bohemio acompaña las gambetas de nuestros jugadores más exquisitos. Su garra de hincha empuja la pierna fuerte de los gladiadores del mediocampo.
Como una fiera. Sigue prendido al alambrado.
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