Julián Ponisio
Cuerpos, estilos
y emociones en los inicios de la práctica futbolística en la Argentina y su
relación con el tango
Introducción
Promovida
la independencia política argentina del dominio colonial español, los selectos
miembros que pertenecían a las diferentes colectividades inmigrantes fueron los
encargados de la inclusión de los deportes europeos en el territorio nacional,
disponiendo desde 1830 de la "Sala de Residentes Extranjeros" (De
Marinis, 1985:3-4) para poder difundir sus actividades atléticas y sus juegos
de salón.
Con ese mismo espíritu de ocio se producía a partir de 1860 la inserción
del football, practicado por los inmigrantes ingleses que traían esta novedad,
a la par que intervenían crecientemente en el escenario nacional con la
introducción de capitales económicos basados en la explotación de servicios
como el ferrocarril, los tranvías, los frigoríficos y la electricidad, en
marcados guiños de complicidad con las elites liberales-conservadoras de
nuestro país. Así es como en función de las inversiones, traían con ellos su
propio sistema de vida, su idioma y sus juegos predilectos, que incluía también
al cricket y al rugby.
En ese entonces en buena parte de
Europa, el modelo normativo predominante del ejercicio corporal, consistía en
el movimiento medido, racional y estandarizado del cuerpo (Dunning, 1999) y
recién entrados los primeros años del siglo XX se condensarían dichas acciones
bajo el significado conceptual del Fair play (juego limpio) como máximo exponente
deportivo.
Puede decirse como ley general que
un deporte tiene tantas mas posibilidades de ser adoptado por los miembros de
una clase social en cuanto no contradiga la relación con el cuerpo en lo que
tiene de mas profundo y de más profundamente inconsciente, es decir el esquema
corporal en tanto que es depositario de toda una visión del mundo social, de
toda la filosofía de la persona y del propio cuerpo (Bourdieu, 1979: 237-241).
De esta manera quedaba reflejado en la proyección de este valor, una tradición
moral anglosajona dispuesta a proyectar conductas y sentimientos de
"caballerosidad civilizada".
La transmisión de estas
"virtudes" educativas a principios del siglo pasado, conducirían a
favor de una enseñanza que iría paulatinamente moldeando las conductas
corporales y emotivas de los individuos con el fin de erradicar toda
manifestación de agresividad "irracional" que pusiera en peligro los
valores que exigía el sistema capitalista para poder afianzar y transmitir todo
su aparato ideológico.
Una racionalización exacerbada de la
conducta humana y una represión de la vida emocional, entonces, fueron
condiciones necesarias para no dejar puertas abiertas a ningún estímulo
pasional que pudiera contradecir la construcción de una racionalidad burguesa
que embanderada bajo el mito de la "civilización", con sus propios
héroes portadores de la "razón y del progreso", excluía del suceso
narrativo la multiplicidad de voces y las diferentes tensiones que habitaban
alrededor del discurso histórico.
El reconocido antropólogo alemán
Franz Boas, fundador de la corriente teórica del particularismo histórico en
Estados Unidos expresaba décadas atrás en uno de sus libros:
" ...nuestra oposición no es en modo alguno dictada por
el raciocinio consciente, sino primordialmente por el afecto emocional de la
nueva idea que crea una disonancia con lo acostumbrado (...) en todos los
casos, la costumbre es obedecida con tanta frecuencia y regularidad que el acto
habitual se convierte en automático; es decir, su ejecución no está
ordinariamente combinada con el menor grado de conciencia" (Boas, 1992:44)
.
Por consiguiente, en la tarea de
inculcar valores disciplinarios de carácter "universal", se vería
también reflejado el incentivo a la utilización de ciertos usos
"correctos" del cuerpo en donde el factor emocional quedara reducido
a lo mas mínimo, con el fin de producir una escasa resistencia al avance de los
nuevos parámetros corporales basados en la eliminación de comportamientos
residuales que estuvieran asociados a la idea de "barbarie".
La práctica del fútbol, como
experiencia corporal entre otras, se convertiría lentamente en un escenario muy
propicio para la puesta en escena de muchos de los parámetros sociales que
exigía el capitalismo moderno ligados a la libre competencia, la igualdad de
oportunidades, la superación individual, y la puesta en práctica de una moral
"civilizada" que pretendía por medio de esta práctica:
"...combatir la predisposición natural del hombre hacia la violencia y orientarlo
hacia el fair play como un medio privilegiado para adquirir y desarrollar esta
disposición moral" (Comité Francés para el Fair Play, 1962:17).
Sin embargo la fundación de los
clubes de fútbol en la Argentina, se gestó disociada de los valores del fair
play y desde el comienzo de su difusión masiva, fue incorporándose al raigambre
popular con un resignificado repertorio emocional, a diferencia de los
creadores de este juego, los ingleses, quienes habían utilizado a este deporte
en sus orígenes como un vehículo para resolver los serios problemas de
violencia que existían en muchas escuelas del territorio Británico (Gil,
2002:59) .
De esta manera, el fútbol empezaba a
difundirse entre los sectores medios y populares nativos, quiénes crean numerosas
instituciones deportivas1 rompiendo con el monopolio ingles en la práctica de
este deporte, bajo los criterios estéticos del "dribbling", que luego
se denominará "gambeta" (que etimológicamente refiere a los pasos del
avestruz al correr) como una acción corporal que refería a un movimiento de
cintura espontáneo y eminentemente individual opuesta al juego colectivo inglés
que se asemejaba al accionar de una máquina. El "dribbling" se
convertiría en el elemento por excelencia en la conformación del sentido
futbolístico de un estilo "criollo" consolidado a partir de 1913
cuando un equipo nativo, el Racing Club de Avellaneda, conquistaba por primera
vez el campeonato de primera división sin un solo jugador de origen británico
(Di Giano, 1999). Es allí cuando se empiezan a diferenciar las virtudes del
fútbol criollo asociados a la agilidad y la virtuosidad de los movimientos.
El fútbol por lo tanto, empezaba a
dinamizarse desde dos perspectivas amateuristas: la de los sectores populares y
la de los sectores altos que se apoyaban en la cultura deportiva anglosajona.
Para los últimos, el amateurismo estaba ligado al ejercicio del "fair
play", como vehículo para mediatizar los conflictos gracias a la acción de
la moral y las buenas costumbres de la gente "bien educada". En
cambio, para las fracciones medias y bajas de la población, la práctica
amateurista de este deporte estaba ligada a la fundación emocional
(Archetti,2000) de un estilo propio desplegado en los criterios estéticos de la
"gambeta", el movimiento de cintura en cada jugada y en niveles de
agresión más acentuados, sumado a las diversas formas de intercambio y
desarrollo social que proporcionaba este campo.
El tango y el fútbol
se prestan los zapatos
"...Así tuve a mi lado todo tipo de delanteros, improvisados y `profesionales.
Estaba el Tuerto López, que era zurdo y del lado derecho no veía nada.
Abel Corinto, un buen cabeceador, tan veterano que refería anécdotas
del 17 de octubre, cuando jugaba en Temperley y cruzó el Riachuelo para reclamar
la libertad de Perón. Juan Cruz Mineo, que le contaba películas al referí para tenerlo distraído.
EL Lungo Suárez, que tarareaba tangos mientras llevaba la pelota..."
(Osvaldo Soriano, Memorias de Mister Peregrino Fernández y otros relatos de fútbol)
Desde
fines del siglo XIX y hasta principios de la década del treinta, la incipiente
Buenos Aires se urbaniza a la par de los modelos estéticos provenientes de la
arquitectura española y francesa demarcando los límites de dos componentes
geoculturales diferentes: el barrio, que reflejaba la multiplicidad de
elementos populares de distinto origen representados simbólicamente en los
valores subjetivos de la inocencia, la picardía, la astucia, el trabajo, etc.;
y el "centro", donde se encontraba al mismo tiempo el éxito y/o la
fama y la perdición (García Jiménez, 1964:4-5). Mucho tuvieron que ver en la
construcción de estas subjetividades la aparición del tango y el fútbol
criollo. A este género artístico originado en las riveras rioplatenses hacia finales
del siglo XIX con mezcla de tonalidades basadas en la Habanera, el Tango
Andaluz y la milonga, hay que asociarlo con un repertorio inagotable de
emociones reflejadas alrededor de ciertas representaciones imaginarias como: la
madre, la percanta, los muchachos, el café, la cargada , la desgracia y el
canto, entre otras cosas. Por su parte el fútbol también participó en la
construcción de un imaginario alrededor de la figura triunfante del muchacho
humilde, que jugaba en el "potrero" y que inventaba jugadas
exquisitas con la pelota.
El tango y el fútbol colaboraron, en
buena medida, en la conformación simbólica de las rivalidades barriales. La
magnitud de las tensiones se podía medir a través de la distancia o la cercanía
territorial. Cuanto más cercanía había, mas intensidad de enfrentamiento se
generaba ; tal era el caso de las milongas que competían con más fervor si
ambas pertenecían a barrios circunscriptos o las rivalidades ya conocidas en el
fútbol, caracterizadas por estar conformadas en oposiciones binarias (River vs.
Boca, Independiente vs. Racing, etc.) aunque no eran los únicos factores
excluyentes (Frydenberg, 1999).
Todo este movimiento simbólico se
generó a partir del entusiasmo de las masas inmigrantes y los sectores
populares criollos, quiénes incorporaron una pluralidad de lenguajes
provenientes de la propia diversidad étnica de principios de siglo en nuestro
país: el cocoliche, el lunfardo, el bozal (dialecto de los "negros"
según la Real Academia Española) entre otros, constituyéndose como nuevos
actores sociales que ocupaban diversos espacios de identificación social. El
tango y el fútbol pasaban a ser pasatiempos importantes para estos sectores, a
la vez que permitieron el ingreso activo de Buenos Aires en el proceso creciente
de globalización del tiempo libre. (Archetti, 2000) .
El hecho de que tanto el tango como
la práctica masiva del fútbol fueran actividades cultivadas en el seno popular,
proporcionaba un conflicto para las elites de nuestro país en torno a la
disputa semántica de lo "criollo". Si la figura negativa del
"gaucho" se había resignificado positivamente como la figura
homogeneizante en el discurso escolar y patriótico para ahuyentar los demonios
anarquistas y socialistas de la masa proveniente inmigrante , del mismo modo se
adaptaron otros relatos históricos basados en los "grandes
acontecimientos" que hicieron al discurso patriótico de la elite liberal
de principios del siglo XX, conformando una serie de relatos mitológicos que
construían la base de un discurso tendiente a invisibilizar los conflictos, las
luchas internas, las contradicciones propias de la dialéctica histórica, en pos
de una imagen de "progreso" de carácter exógeno. Por ello, el tango y
el fútbol nativo aportados por los hijos de inmigrantes de primera generación,
seguramente serían considerados como un insulto por los escritores
nacionalistas de la época ya que estas prácticas contaminaban la "esencia
nacional y ensuciaban al país" (Rock. 1993, 41-2) por contener un
repertorio inagotable de significados emocionales en permanente disputa que
dificultaban la fijación de modelos conductuales "adecuados".
La marginación de la enseñanza de
estas actividades en la estructura curricular de los establecimientos
educativos, nos abre el interrogante para la interpretación del sentimiento de
"argentinidad" que se quería construir en ese entonces, beneficiando
a una minoría privilegiada que trataba de excluir del relato épico nacional
todos las elementos que contuvieran profundas raíces populares o a travestirlas
bajo el estigma del demonismo y/o la barbarie.
Ahora bien, el secreto de la
conformación de un estilo no se descubre en la intuición de un sujeto
trascendental ni tampoco en una lógica estructural. El estilo se conforma de
manera pragmática, operativa, descriptiva y comparativa . La sustancia de todo
lenguaje en el arte y/o en cualquier otra actividad cultural es su estilo y las
realizaciones, en relación dialéctica con él, sus campos de fuerza
(Wittgenstein, 1996) . La temática de todo desarrollo estilístico representa la
idea de un juego de lenguaje (Bernard, 1996) y por un lado tenemos que
reconocer que la consideración gramatical de los conceptos de lenguaje y de
pensamiento aclara la determinación de los estilos en cada realización.
Con esta necesidad de explorar la
importancia de lo "criollo" en la creación de un estilo
"nacional" se inscriben el desarrollo y el devenir del tango y el
fútbol de las primeras décadas del siglo pasado.
Clubes de fútbol europeos visitarán
regularmente Buenos Aires desde 1904 y clubes argentinos saldrán de gira por
Europa y América a partir de 1925. Jugadores argentinos ser convertirán en
profesionales en clubes europeos, principalmente italianos. Paralelamente, el
tango se convierte en una de las músicas preferidas de los europeos y las
orquestas argentinas y los cantantes más populares comienzan a salir de gira al
extranjero. Así, Buenos Aires pasa a ser la ciudad del tango y del fútbol
(Archetti, 2000) compartiendo estas actividades el mismo camino del
reconocimiento por parte de los sectores hegemónicos nativos, es decir, cuando
la cultura europea le otorga importancia valorativa a las particularidades de
estas prácticas sociales otorgándole el diploma de "actividades
decentes", y sumándolas a la lista de conductas y/o criterios que
adentraban en las fronteras de la civilización.
Ahora bien, ¿cuáles son los
fragmentos más significativos que nos permiten construir este camino bastante
similar recorrido por el tango y el fútbol?.
Por un lado, hay evidencias
concretas del profundo diálogo que mantuvieron el tango y el fútbol criollo a
lo largo de varias décadas del siglo pasado reflejado en las numerosas
canciones que muchos letristas y cantantes han dedicado a este deporte, como
así también en el aporte de muchos jugadores que trasportaban sus
"gambetas" a las pistas milongueras.
Por ejemplo, uno de los nombres
fundamentales de la Guardia Vieja, Vicente Greco, grabó para el sello Columbia
el tango "Racing Club" recordando a aquél equipo de Olazar, Perinetti
y Marcovecchio, entre otros, que forjaría entre 1913 y 1919 el apodo de la
"Academia" por haber ganado siete títulos consecutivos en el
amateurismo. (Fliess, 2004)
Independiente de Avellaneda también
tuvo su homenaje tanguero en la inspiración de Agustín Bardi al componer en los
años ´20 "Independiente Club" o San Lorenzo de Almagro quién del
mismo modo sabe de tangos que cantan sus hazañas deportivas de la mano del
bandoneonista Luis Servidio, dedicándole en 1923 "San Lorenzo de Almagro"
en homenaje al primer campeonato obtenido por el club de Boedo. (Fliess, 2004).
El "Expreso de La Plata" realizado por el bandoneonista Horacio Pezzi
en 1933, "El taladro" dedicado por Alfredo de Angelis en 1946,
"El sueño del pibe" de Reinaldo Yiso, y "Platense" ,
compuesto en 1925 por Fumagalli y Broschi. (Fliess, 2004)
A la inversa tenemos el caso de
Maglio, habilidoso jugador de San Lorenzo de Almagro y Evaristo Delovo, un
zaguero del equipo de Gimnasia y Esgrima de La Plata de 1929, quiénes tejían
exquisitos filigranas en los salones de baile. También la notoria incursión en
el canto de Pascasio Sola, mediocampista de River y de Banfield quién llegó a
actuar en audiciones radiofónicas (Garcia Jiménez, 1964 ).
Por otro lado, a nivel de análisis
de las experiencias corporales, hay varios indicios que permiten esbozar un
vínculo entre la forma de bailar el tango y jugar al fútbol en las primeras
décadas del siglo veinte. En el fútbol y en el tango, por ejemplo, el
movimiento de los pies contenía ( y contiene) un valor simbólico superlativo ya
que es la parte más apreciada al momento de la ejecución de una acción
performativa (Bauman, 1992). El "piso" donde se baila, por ejemplo,
forma parte de la gramática del tango porque es donde se ejecuta la acción de
bailar, y es sinónimo de buen bailarín acariciar el suelo con los zapatos. En
el fútbol también se interpreta como parte de un criterio estético bien
elaborado, acariciar la pelota con los pies.
La baldosa callejera fue uno de los
escenarios privilegiados para la practica de la danza del tango ya que sobre
ésta se marcaba el ritmo de los pies y el movimiento de cintura, construyendo
la marca de una corporalidad que iría paulatinamente formando un estilo en las
"pistas" de famosos salones de baile como la "milonga de
Chile" o el "Salón A.B.C" (García Jiménez, 1964:11). En el caso
del fútbol, la tríada potrero-pibe-gambeta (Archetti, 2002) forjó las bases
identitarias de un estilo corporal similar al movimiento corporal de la danza
del tango, en la manera de entender la práctica del fútbol.
¿Cuáles serían entonces, los
indicios más significativos que nos permiten acceder a las modificaciones
estructurales producidas alrededor de estas prácticas sociales?.
Para el caso del tango y desde un
punto de vista estructural, hay una oposición muy marcada entre el tango
musical, danzado y el tango hecho canción. Dentro de un primer recorrido del
tango se encuentran distintas opiniones que pronostican cada cual a su manera,
la muerte de este género, como la formulada por Fray Mocho en 1903 en la
revista "Caras y Caretas", citada por el estudioso de este campo,
Oscar Del Priore, donde aduce a los Podestá la suerte de ser los
"guardianes" de la memoria del tango que ya ha perdido la silueta del
compadre y el malevaje callejero. O la opinión de Jorge Luis Borges que supone
que el tango había perdido su esencia crítica, combativa, de gueto, para
convertirse en una cuestión sentimentalista y absurda. Según Malinowski:
"la crisis suprema y final de la vida - la muerte - es la más
importante". La muerte decía Malinowski: "provoca una respuesta dual
de amor y aversión, una profunda ambivalencia emocional de fascinación y de
miedo que amenaza los fundamentos psicológicos y sociales de la existencia humana".
(Malinowski, 1981:29). Todas estas manifestaciones de rechazo a los cambios que
se estaban produciendo en este ámbito representaban respuestas ante la aversión
y el miedo que generaban las propias transformaciones que se manifestaban en
este género, y una huída romántica hacia los orígenes del tango que reforzaba
el amor y la fascinación por el mismo.
En el caso del fútbol también
ocurren transformaciones significativas cuando a mediados de la década del
veinte, surge el denominado "amateurismo marrón" que consistió en la
intromisión del circulante de dinero por parte de los dirigentes de lo
principales clubes de fútbol con el fin de retener a sus jugadores mediante el
pago de una renta que excluía al jugador toda la posibilidad de elegir la
institución en la cuál quería jugar.
Esto trajo aparejado, tiempo
después, la irrupción de la famosa huelga de jugadores (1931) pertenecientes a
la liga oficial: la Asociación Amateur Argentina de Football (AAAF) en donde
los propios futbolistas reclamaban su libertad de acción.
La huelga, entonces, abrió el
espacio para una disputa entre dos sectores muy definidos: dirigentes y
jugadores. En el seno de esta contienda los dirigentes de los clubes
aprovecharon la ocasión para encontrar la solución a una discusión interna
instalada entre los miembros de la propia dirigencia que databa de la década de
1910-1920 en la Argentina, y que giraba en torno a la voluntad o no de
profesionalizar el fútbol. A los jugadores, les fue otorgada la
profesionalización, desvirtuando el reclamo original de los mismos con los
supuestos "beneficios" que adquiriría el jugador a partir de su
inserción a la economía de mercado2.
De esta manera, se abrían las
primeras puertas para la proletarización de muchas actividades culturales como
el fútbol y el tango bajo el manto del "profesionalismo", en el marco
de la primera irrupción militar al poder político quién fijaría su doctrina
económica en un modelo agroexportador, con una marcada dependencia de los
capitales británicos que operaban en nuestro país. Recordada por el
revisionismo histórico como la "década infame", significó para la
mayoría de la población que no apreciaba las ventajas de ser parte del
"granero del mundo", la sumisión al hambre y la ignominia. Sin
embargo, es en este contexto social que estas dos actividades empiezan a
constituirse lentamente en un vehículo de status social y ascenso económico
para los sectores más marginales.
El profesionalismo llega al Tango de
la mano del declive de las orquestas pertenecientes a la denominada
"Guardia Vieja" y el advenimiento de la figura de Carlos Gardel donde
el baile se hace canción y devenir poético. Por esos años se funda SADAIC y se
establecen los derechos de autor promoviéndose la inserción masiva en las
radios de los "artistas en vivo" permitiendo la difusión de esta
música hacia amplias franjas de la población.
A la par que la lógica profesional
avanzaba en estos géneros, se irían diseñando distintas estrategias en pos de
una mayor efectividad técnica, y nuevas tecnologías de dominio sobre los
cuerpos que apresurarían los tiempos performativos estandarizando todas las
cualidades a favor de una mayor rentabilidad económica.
Para comprender del todo la
popularidad del fútbol y el tango, entendemos como propone García Canclini, que
la: "cultura es la producción de fenómenos que contribuyen, mediante la
representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales a
comprender, reproducir o transformar el sistema social, es decir todas las prácticas
e instituciones dedicadas a la administración, renovación y reestructuración
del sentido (García Canclini, 1986: 41). Por ello, más allá de los hilos
tejidos por el poder para acaparar y administrar a todo fenómeno cultural
dentro de su superestructura material e ideológica, la representación social de
estas prácticas contiene múltiples significados valorativos que estimulan las
tensiones entre la reproducción y la renovación de sentimientos. Entendemos por
sentimiento a distintos modos de estar, modos de sentirse, que afirman y
conectan a los hombres con realidades.
La intimidad de los sentimientos los
hace inobjetivables, pero cumplen su función en la comunicación intersubjetiva
y en el estímulo para la acción. El sentimiento y el goce estético, elementos
que contienen estas prácticas, no son subjetivos en manera alguna. Son
subjetivos por otras razones: en el sentido de que hay muchos sentimientos
estéticos, en el que pueden variar con los individuos, con las modalidades y
con las épocas. Pero todo sentimiento envuelve formalmente una faceta de lo
real, todo sentimiento es, formalmente, sentimiento de realidad. Si no hubiera
ese momento de realidad, no habría sentimiento."(Zubiri, 1992:365-368).
Por ello el afecto, y de este
elemento se nutre profundamente la retórica del tango y el lenguaje
futbolístico, consiste en un movimiento emocional y anímico de carácter agudo e
intensivo que reduce el control de la voluntad y ejerce una fuerte repercusión
en la esfera corporal. Le acompañan fenómenos neurovegetativos (sudoración,
entre otros) y movimientos expresivos inconscientes de índole muy diversa:
alegría, angustia, miedo, ira, odio, etcétera. (Battegay, 1994:95).
Tanto el tango como el fútbol
atraviesan a partir de su universo simbólico una cantidad inagotable de
sensaciones que producen distintos desenlaces, bien sea de un drama, una
alegría, una reflexión, una discusión o solo una parte de tales acontecimientos
(Buytendijk, 1955:36). Si reflexionamos sobre la espera de estos
acontecimientos, en un tiempo determinado se pueden manifestar x cantidad de
sensaciones, y esto produce un estado de tensión que pude generar un factor de
excitación. Esta tensión se dinamiza y se potencia al tomar parte en ella.
Pero a medida que la lógica del
profesionalismo avanzaba sobre estas actividades, se orientaría con más fuerza
hacia una moderación de las pasiones, una supresión de las fronteras, una
regulación técnica y una racionalización de los sentimientos generando un
cierto escepticismo respecto a cualquier forma de sensibilidad y/o emoción.
Tanto el jugador de fútbol como el
bailarín de tango saben que siempre son observados, aún cuando no haya público,
pues juegan bajo la mirada de sus compañeros y/o rivales y aceptan esa mirada
extraña que en parte se hace suya. No es, por tanto, completamente libre, pero
precisamente esta falta de libertad es característica de toda performance. La
performance, que consiste en la adjunción de un nuevo sentido a lo que ya está
en cuestión, exige, entre otros factores, que la actuación propia de un sujeto
o un grupo pueda ser medida y probada en función del acercamiento o la
distancia en relación al código cultural que avala tal o cual práctica (Bauman,
1992) . De esta manera el valor de la personalidad puede ser medido y probado
en las competiciones.
Ahora bien, ese supuesto estilo
"criollo" ¿constituye una épica de carácter mitológico?.
En un nivel de análisis lingüístico
todo juego del lenguaje contiene una permanente tensión o disputa semántica que
genera distintos discursos alrededor de una narración, sobre todo si coexisten
contenidos basados en el relato histórico o en la conformación de mitos. Si
tanto el tango como el fútbol contienen una multiplicidad de significaciones y
ofrecen numerosos discursos que se producen alrededor del mismo, se hace
necesario aclarar que lo que corresponde al ámbito del relato es considerado
como acontecimiento de la vida real y lo que corresponde al mito corresponde al
relato sagrado.
Según el antropólogo Paul Radin, se
encuentra una diferencia aún más notoria en el análisis de estos dos conceptos
y es que el relato contiene muchas veces, sino siempre, un final trágico a
diferencia del mítico que siempre contiene un final heroico.
El recorrido de este supuesto estilo
"criollo" contiene sin lugar a dudas, relatos que rozan lo homérico y
la desventura, tornándose necesario diferenciar minuciosamente todos los
elementos, los códigos, la semiótica y el capital cultural de cada suceso
histórico a fin de lograr un acercamiento mucho más preciso con el objeto en
estudio.
Sin embargo es necesario tener en
cuenta que con la inserción del profesionalismo se trató paulatinamente de
producir una ruptura estilística con los elementos más sensibles del profundo
universo simbólico que contienen estas dos prácticas sociales a fin de lograr
una estética estandarizada dirigida desde las industrias culturales (Garcia
Canclini, 1988:12) quiénes se encargarían de acelerar el camino hacia la
rentabilidad de las pasiones y maximización de las ganancias dejando de lado
los recursos estilísticos exitosos conseguidos hasta entonces.
El fútbol y el tango, a raíz de sus
caracteres de masividad se convertirían lentamente en campos semánticos más que
ostentosos para que elites de turno pudieran desarrollar "el culto mítico
nacionalista" y para ello operarían a nivel de la construcción o
deconstrucción de estilos como una manera de apropiarse sustancialmente de una
retórica del lenguaje para administrarla y resignificarla.
Queda la hipótesis abierta a futuras
investigaciones de si tanto el fútbol como el tango están emparentados en la
creación de un estilo "criollo" a través de similares experiencias
corporales, como la ejecución de su danza, en el caso del tango, donde la
pareja de baile acariciaba el suelo con movimientos suaves y precisos de los
pies y a los criterios estéticos de la "gambeta" en el fútbol que
conformaban al jugador habilidoso, pícaro, "de potrero" que lleva la
pelota "atada a los botines".
No obstante, siempre existirá el
problema de que audiencia estará autorizada para poder criticar y/o evaluar las
performances que rodean a estos ámbitos, lo cuál nos invita a un estudio mas
minucioso del estiramiento de las "brechas intertextuales" (Bauman,
1992) para acercarnos con más profundidad a las transformaciones producidas en
toda actividad cultural.
Notas
1. Cabe recordar
que para principios del siglo XX solamente en la Capital Federal, se habían
creado diecisiete instituciones deportivas nativas ligadas a la práctica de
este deporte. (N. de A.)
2. Ariel Scher y
Héctor Palomino en su libro: "Fútbol: pasión de multitudes y de
elites", reproducen un fragmento del comentario publicado en el Semanario
La Opinión del 22 de mayo de 1976 de uno de los líderes de esa huelga, el
jugador Hugo Settis del club Huracán, quién ejemplifica la originalidad del
reclamo: "No estaba en juego el aspecto económico (...) Aunque lo
nuestro era un amateurismo marrón, lo que queríamos era la libertad como seres
humanos. Los señores dirigentes pretendían mantener de por vida la llamada ´ley
candado´, de su invención, es decir, utilizándonos como una mercancía a los
jugadores de fútbol y convirtiéndose así en los negociadores exclusivos de
nuestras transferencias" (Scher - Palomino, 1988:27)
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Πηγή / Fuente :
εδώ.
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