SEBASTIÁN
ETCHEBERRY
LEYENDAS CONTEMPORÁNEAS Y TRASMISIÓN DE LA IDOLATRÍA
Seré un
Baldonedo, un Martino, un Boyé,
dicen los muchachos, de Oeste Argentino,
que tengo más tiro que el gran Bernabé…
dicen los muchachos, de Oeste Argentino,
que tengo más tiro que el gran Bernabé…
(1943)
La hermosa estrofa de Reinaldo Yiso pertenece a uno de los tangos más conocidos en el mundo del fútbol. Evidentemente, El sueño del pibe, trascendió porque es del año 1943 pero aún hoy se escucha. Personalmente, no se como llegó a mi vida, pero me sé la letra completa y me emociona cada vez que la leo/oigo. A lo largo de los años, sin embargo, su letra ha mutado en numerosas oportunidades. Una vez, Maradona la cantó en vivo –y muy bien por cierto- en un programa de televisión y los nombres de Baldonedo, Martino y Boyé cambiaron por el propio Maradona, Kempes y Olguín. Años más tarde, Luciano Pereyra hizo su versión: “Seré un Maradona, seré el Batigol…”, y en vez de Bernabé Ferreyra honró los fusilazos del Chapa Suñé.
Curiosamente, el tango no hace más que retratar una realidad que ocurre con los ídolos. El otro día pensé si era posible que Messi superara a Maradona. Cuando surge esta comparación hay mucha gente, la mayoría, que la entiende como un absurdo. Que no, que Maradona hubo y habrá uno solo… y demás argumentos basados en fundamentos a veces, y productos del capricho en otras. ¿Tan grande fue Maradona que nunca hubo antes que él alguien mejor? ¿Tan grande fue que nunca nadie podrá superarlo? Obviamente que esto es un tema subjetivo, hay que aclarar, yo por mi parte me declaro maradoniano pero últimamente me puse a dudar. No sobre si Messi podría superarlo, dudo más con el pasado, con los Baldoneo, Martino, y Bernabé en cuestión.
La hermosa estrofa de Reinaldo Yiso pertenece a uno de los tangos más conocidos en el mundo del fútbol. Evidentemente, El sueño del pibe, trascendió porque es del año 1943 pero aún hoy se escucha. Personalmente, no se como llegó a mi vida, pero me sé la letra completa y me emociona cada vez que la leo/oigo. A lo largo de los años, sin embargo, su letra ha mutado en numerosas oportunidades. Una vez, Maradona la cantó en vivo –y muy bien por cierto- en un programa de televisión y los nombres de Baldonedo, Martino y Boyé cambiaron por el propio Maradona, Kempes y Olguín. Años más tarde, Luciano Pereyra hizo su versión: “Seré un Maradona, seré el Batigol…”, y en vez de Bernabé Ferreyra honró los fusilazos del Chapa Suñé.
Curiosamente, el tango no hace más que retratar una realidad que ocurre con los ídolos. El otro día pensé si era posible que Messi superara a Maradona. Cuando surge esta comparación hay mucha gente, la mayoría, que la entiende como un absurdo. Que no, que Maradona hubo y habrá uno solo… y demás argumentos basados en fundamentos a veces, y productos del capricho en otras. ¿Tan grande fue Maradona que nunca hubo antes que él alguien mejor? ¿Tan grande fue que nunca nadie podrá superarlo? Obviamente que esto es un tema subjetivo, hay que aclarar, yo por mi parte me declaro maradoniano pero últimamente me puse a dudar. No sobre si Messi podría superarlo, dudo más con el pasado, con los Baldoneo, Martino, y Bernabé en cuestión.
El hecho de considerar a alguien ídolo pasa por las emociones que despierta
éste en la persona. También están las distintas clases de ídolos, obviamente.
Quien tiene en un póster de la pared de su cuarto a Palermo será por su
perseverancia y su lucha optimista en la vida, no por sus cualidades técnicas,
y en eso si no estamos comparando. Aquí
nos referimos más a lo técnico, la habilidad, el diferente, la corona para el
debido rey. Y no voy a buscar uno, no voy a elegir ni siquiera para mi, al
mejor. Eso me lo reservo, en parte porque como dije es subjetivo y no intento
convencer a nadie y en parte porque no es esta la razón el artículo.
A lo que me
refiero es que los fuera de serie, más que ídolos eternos son del momento, de
cada época. Fíjense que quienes colocan a Alfredo Di Stéfano como el máximo
jugador de toda la historia son los más ancianos. Aquellos que cuando eran
niños escuchaban a sus padres y abuelos hablar de él. Casi lo mismo que lo que le
pasó a mi generación y las subsiguientes con Maradona. Nadie lo vio jugar, pero
es la leyenda más cercana que tenemos. Y los que sí lo vieron son los que nos
la traspasan. Y es lógico que nos quedemos fascinados con él porque escuchamos
más, leemos más y vemos más. Y así su mito se agiganta al punto de considerarlo
único e irrepetible. Nadie nos habla de Di Stéfano, apenas leemos algo, y es
que no tenemos un testimonio fiel, casi nadie lo presenció en vivo y eso
influye…
Lo mismo pasa con
otras figuras de ese momento. Antonio Sastre fue otro jugador extraordinario,
de toda la cancha, del que me queda la frase de los brasileños: “Un argentino
nos enseñó a jugar al fútbol”, extraño que un elogio así provenga de esas
tierras. Integrantes de la Maquina como Moreno, Labruna y Pedernera. El loco
Oreste Osmar Corbatta, el Garrincha argentino, Borghi, Houseman y tantos pero
tantos otros como los nombrados en el tango de Yiso. Bernabé Ferreyra y su
fierrazo inmortal (justamente, el otro día leí su historia y me hizo
replantearme tantas cosas con lo de Diego). Y todo esto apenas en materia
local…. Cada uno debe haber sido el Maradona de su época, eso está claro. Cada
mito debe haber pasado de boca en boca de padre a hijo. Como ocurrió con Diego.
Debe ser esa la razón, por eso dudo si Maradona fue tan magnánimo o mi
encandilamiento hacia él se debe a haber nacido justo en este momento. Su
categoría de extraterrestre no lo niega nada. ¿Pero su insuperable reinado?
Y a eso apuntaba, ahora nuestra generación se deleita con Messi, y lo que
nosotros le hablemos a nuestros hijos brotará de las emociones que nos hizo y
nos hará vivir él de ahora en más. Y tal vez en futuros años surga un nuevo
consagrado que se apropie de la gloria y el afecto popular. Y Maradona ocupará
el lugar de Di Stéfano tal vez, y al pobre Alfredo se lo recordará como un buen
jugador de los orígenes, pero desprestigiando su fama, menospreciando el
momento. Y está claro que su impacto, como el de todos, cada vez se desgasta
más. Quizás sea así, una cuestión de trasmisión de legado en el paso del
tiempo. Algún día también Messi lo sufrirá…
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